El origen de la arquitectura
El primer pensamiento arquitectónico aparece en la época de la Prehistoria, sin embargo, no se corresponde con una construcción, más bien es un elemento de advertencia, una señal; nos referimos a la arquitectura Dolménica o Megalítica.
Estos elementos venían realizados en piedra, de uno o varios bloques sin labrar. Aparecían enclavadas en el terreno y, en general, estaban vinculadas al uso funerario. En ocasiones, se disponían en círculos o alineados y se grababan.
Entre los megalitos más conocidos están los dólmenes, los menhires y los cromlechs.
El primer edificio
El hombre en su
origen aparece dominado por sus instintos básicos, sin pensamiento, sin
inteligencia. El despertar de ésta lo lleva a reflexionar, su supervivencia
no está garantizada si él no está dispuesto a evolucionar.
La evolución del
mismo condiciona la evolución de su entorno, debe enfrentarse a los caprichos
de la naturaleza y comenzar a servirse de ella, pero no puede hacerlo solo.
El hombre comienza a agruparse, pues necesita de otros para sobrevivir. Estos se asientan en un territorio, el cual pueden explotar para obtener sus recursos, pero necesitan de un cobijo donde refugiarse.
Tras dominar la piedra, el hombre comienza a interesarse por otros materiales, como la madera. Aparece la cabaña, como
primera construcción, el hombre la construye a partir de unas ramas y unas hojas de un árbol.
Existen diferentes teorías sobre el "diseño" de ésta. Algunos la imaginan de forma circular y, otros, como Marc-Antoine Laugier, la describen como un modelo de edificio que responde a los órdenes de la cultura clásica.
Marc-Antoine Laurier fue un destacado hombre de letras y teórico de la arquitectura, que nace en el periodo de la Ilustración, en París (1713-1769).
En 1752 escribió la primera edición de Ensayo de la Arquitectura donde describió esta primera cabaña: "El hombre quiere construirse un
alojamiento que lo proteja sin enterrarlo Unas ramas caídas en el bosque son
los materiales apropiados para su propósito. Escoge cuatro de las más fuertes,
las levanta perpendicularmente y las dispone formando un cuadrado. Encima pone
otras cuatro atravesadas y sobre éstas levanta, partiendo de dos lados, un
grupo de ramas que, inclinadas contra sí mismas, se encuentran en el punto
alto. Cubre esta especie de tejado con hojas, lo bastante juntas para que ni el
sol ni la lluvia puedan traspasarlo, y ya está el hombre alojado. Ciertamente
el frío y el calor le harán sentirse incómodo en su casa abierta por todas
partes; pero entonces rellenará el hueco entre los pilares y se sentirá
resguardado".
A su vez, afirmará que esta cabaña irá evolucionando y perfeccionándose, a partir de la imitación de los modelos de otros hombres, aparece la
idea de la arquitectura entendida como arte de la imitación.
Para Laugier, ésta es
la verdadera arquitectura, pues nace de la naturaleza. Esta arquitectura encuentra
su ejemplificación en la arquitectura griega, la cual obedece a la simplicidad
y utilidad de sus formas.
Vitruvio, ingeniero y tratadista del siglo I.a.C, en su libro Los Diez Libros de la Arquitectura, afirmaba el concepto anterior: " en una estructura debe exhibir tres cualidades: belleza
(venustas), firmeza (firmitas) y utilidad (utilitas), sin sobresalir ninguna
sobre las otras, sino existiendo un equilibrio".
Laugier se apoya en este argumento y como naturalista defiende que la arquitectura depende de la naturaleza, así como ésta depende de la arquitectura.
El nacimiento de los
órdenes arquitectónicos, para Laugier, responde al perfeccionamiento de la construcción, donde
se le da el sentido de proporción a los elementos, esto se refleja por primera
vez en las culturas romanas y griegas. Estos órdenes
arquitectónicos son defendidos por Laurier siempre que estén basados en una concepción racional y respeten
a la naturaleza.
A su vez, separa la “estructura” y la “decoración” dentro de
un edificio, pues la verdadera arquitectura es solo la esencial. En este sentido afirma: “las partes de un
orden arquitectónico son las partes mismas del edificio, deben emplearse de
modo que no solo lo decoren, sino que lo constituyan”. "Los auténticos
principios arquitectónicos son aquellos que todo el mundo puede distinguir y
comprender".
De este modo, la
cabaña no debe entenderse como prototipo o modelo de la arquitectura libre de
elementos decorativos que responde a leyes geométricas. La cabaña es un
edificio que se debe copiar y reinterpretar como “tipo” estructural y
constructivo.
"La evolución de la
arquitectura viene condicionada por la evolución del ser humano". Laugier realiza una evaluación metódica de la arquitectura medieval
según el principio de claridad: rechaza el románico y ensalza su evolución: el
gótico, pues responde a características de luminosidad y esbeltez. También, comparte el
pensamiento ilustrado; lo objetivo como ciencia y lo subjetivo como arte: “la
arquitectura debe tener formas gráciles y saber emocionar”.
Por último, en su teoría, realizará
una crítica a aquellos “añadidos” en los edificios por capricho, elementos
fuera de la racionalidad que obedecen a meras ideas imaginarias. Defenderá los órdenes arquitectónicos como modelos para la construcción de los edificios en su versión clásica.
Hoy en día, sería
posible afirmar una parte de la teoría de Laugier; es cierto que la arquitectura
obedece a los principios de la naturaleza, sin embargo, parece imposible afirmar
que ésta debe obedecer solo a la razón.
La arquitectura como
disciplina artística debe encontrar en sus ideas la forma de proyectar y
diseñar desde edificios hasta conformar espacios, siguiendo siempre métodos y técnicas
basadas en la racionalidad, debe buscar satisfacer y adaptarse a las necesidades
humanas.
En cualquier caso, parece que la teoría de Laugier se contradice al defender una arquitectura racional basada en la naturaleza y apostar por una arquitectura basada en tres órdenes arquitectónicos.
El diseño de los edificios no responde a unos cánones estéticos, sino
más bien a una serie de cuestiones prácticas basadas en la elección de unos materiales
y su puesta en escena, además del uso que le dan las personas a los propios edificios.
La
evolución de la arquitectura se ha planteado siempre como un cambio inevitable, por ello,
debe pensarse siempre desde su doble vertiente: la racional y la artística.
La combinación de
ambas vertientes es lo que debe aparecer reflejado en cada obra, en cada edificio. Por un lado, la parte
artística debe emocionar y sensibilizar a las personas hacia lo
que representa la construcción del elemento. Y, por otro lado,la parte racional debe pensarse y evolucionar en
base al uso y costumbres de la sociedad en cada momento.
Comentario: Marina Domínguez Velasco
No hay comentarios:
Publicar un comentario